miércoles, 21 de mayo de 2014

MACHU-PICCHU: MISTERIO Y OLVIDO COMO EL ALZHÉIMER

¿MACHU PICCHU Y EL ALZHEIMER?





Cuando he visto este fantástico video sobre Machu-Picchu, he sentido dentro de mí qué hasta lo más difícil, rocambolesco, inexplicable e inconexo, antes o después, ¡encaja! 

Hubo un tiempo en que el mundo me parecia enorme y me atraía tanto como un pastel milhojas puede atraer a una niña de posguerra que pega su nariz tras el escaparate de una confitería. Yo era muy joven, el mundo era un imán y, ¡tenia gana de empezar a comérmelo y no parar! Tuve suerte, y la vida, generosa, solícita y obediente con mi afán inconsciente de "crear a costa de creer", me llevó a viajar y viajar con mucha facilidad (gratis y a veces con morro e ingenio o con ayudas, becas, Intercambios, etc) Hasta tal punto fue así que, muchas veces, hacía bromas diciendo que mi maleta y mi mochila gastada, formaban parte del decorado de aquella buhardilla sin ascensor de Lavapiés en la que vivía entonces. 

De todos aquellos viajes, Perú y Bolivia, con mucha diferencia, se llevaron todos los premios: primero, premio a la asiduidad porque tuve la suerte de poder ir muchas veces -y en ocasiones muy seguidas-; Pero, sobre todo, el gran premio de mi corazón y para siempre porque aquellos viajes, repletos de aventuras, crecimiento y espiritualidad, iban a marcar mi vida y a expandirme en muchos sentidos ... 

Ahora sé que aquellos viajes, fueron esenciales para formarme y modelarme El Corazón y, fundamentalmente, necesarios para entender y poder vivir con armonía el inminente efecto contrario: el paso del exterior al viaje interior que tuvo lugar cuando dejé de viajar, para dedicarme por completo al alzhéimer de "Mi madre-niña". 

Por eso ahora, viendo otra vez la maravillosa ciudad de Machu-Picchu, asocio aquellos recuerdos al alzhéimer que vino despues. Y como recordar es "volver al corazón" (re+cordis), recuerdo la forma y forja de aquellos viajes exteriores y de los viajes verdaderamente ricos por los confines del interior que viví despues. Vuelvo al corazón cuando asocio a Machu Picchu con el alzhéimer porque ambos parecen tener en común el olvido (la ciudad de los incas permaneció olvidada del mundo durante siglos), la espiritualidad y los grandes enigmas ... 

Sin Dduda, tras unas casas de piedra, se esconden secretos milenarios. Tras la cara arrugada de un enfermo de Alzheimer, se esconde un ser de luz y un niño que sabe más de lo que creemos...   

A veces, aunque el destino nos parezca caprichoso, sólo hay que esperar a que el tiempo pase para ver que la vida es un maravilloso rompecabezas que, poco a poco, va reuniendo sus piezas para qué TODO encaje.

Si eres cuidador de un enfermo de Alzheimer: confía, disfruta la experiencia pese a su densidad y Espera. ¡Nada es casualidad y tu viaje interior tiene una razón de ser!


¡El Universo sabe lo que hace!









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